La identidad pivotó sobre el símbolo, una reinterpretación de la estrella nazarí de Salomón, que trascendía a todas las piezas, folleto, abanico y cartel, y creando un universo memorable y coherente con la historia de la ruta.
Un trabajo en el que la identidad cultural y la identidad de marca acabaron siendo indistinguibles para dar lugar a una invitación a descubrir esa Murcia que, injustamente, pocos conocen.