Frente a esa realidad, propusimos un giro de 180º a la gestión cultural. ¿El objetivo? Una cultura menos encorsetada, que abra las ventanas de museos y salas para sacar a las calles todo el talento de la ciudad de una forma democrática y para poner en valor, ante todo, al creador, al artista, sobre cualquier sistema, política o circunstancia, pero también al que observa, disfruta y ama el arte, el ciudadano.